Mantener la salud de los primeros dientes (de leche) es de extrema importancia. Si bien los dientes con el tiempo serán sustituidos, mientras están cumplen varias funciones.
Los dientes de leche permiten la enunciación y la producción del habla, ayudan al niño a masticar correctamente los alimentos, mantienen el espacio para los dientes adultos y evitan que la lengua adopte una postura anormal dentro de la boca. Cuando los dientes de leche se caen de forma prematura, los dientes contiguos se mueven para llenar el espacio vacío, lo cual provoca dientes retenidos en el adulto y la posible necesidad de un tratamiento de ortodoncia. Este fenómeno puede provocar dientes retenidos en los adultos, años de tratamiento de ortodoncia y un resultado estético deficiente.
Los bebés están en riesgo de desarrollar caries tan pronto como erupciona el primer diente de leche — generalmente alrededor de los seis meses de vida. Por este motivo, la Academia Estadounidense de Odontología Pediátrica (AAPD, por sus siglas en inglés) recomienda realizar un “control pediátrico completo” con un odontólogo pediátrico aproximadamente a los doce meses.
¿Qué son las caries del biberón?
El término “caries del biberón” se refiere a las caries de la primera infancia, las cuales se producen en lactantes y niños pequeños. Las caries del biberón pueden afectar a uno o todos los dientes, pero en su mayoría prevalecen en los dientes frontales de la mandíbula superior.
Si las caries del biberón se agravan demasiado, es posible que el odontólogo pediátrico no pueda salvar los dientes afectados. En tales casos, se extrae el diente dañado y se coloca un retenedor de espacio para evitar que los demás dientes se desaliñen.
Programar controles periódicos con un odontólogo pediátrico e implementar una buena rutina de cuidado en el hogar pueden prevenir por completo las caries del biberón.
¿Cómo empiezan las caries del biberón?
Las bacterias productoras de ácido que habitan en la cavidad bucal pueden provocar caries. Inicialmente, estas bacterias pueden transmitirse de la madre o padre al bebé a través de la saliva. Cada vez que los padres comparten una cuchara con el bebé o intentan limpiar el chupete con la boca, las bacterias de los padres invaden la boca del bebé.
Sin embargo, la causa más prominente de las caries del biberón es la exposición frecuente a los líquidos azucarados. Estos líquidos incluyen la leche materna, la leche maternizada, el jugo y el agua azucarada — casi todos los líquidos con los cuales los padres pueden llenar el biberón.
Cuando los líquidos azucarados se utilizan como bebida a la hora de la siesta o de dormir, representan un riesgo mayor, ya que permanecen en la boca durante más tiempo. Las bacterias de la boca se alimentan del azúcar que rodea los dientes y emiten ácidos perjudiciales. Estos ácidos desgastan el esmalte dental, lo cual produce dolorosas caries y degeneración dental pediátrica. El resultado son unas dolorosas caries y degeneración dental pediátrica.
Los lactantes que no reciben suficiente cantidad de flúor presentan un riesgo mayor de padecer caries. El flúor protege el esmalte dental y al mismo tiempo reduce la pérdida de minerales y fomenta la reabsorción de minerales. A través de una serie de cuestionarios y exámenes, el odontólogo pediátrico puede determinar si un lactante en particular necesita suplementos de flúor o se encuentra en alto riesgo de desarrollar caries del biberón.
¿Qué puedo hacer en casa para prevenir las caries del biberón?
Las caries del biberón pueden prevenirse por completo mediante el cuidado de los padres. Realizar citas periódicas con el odontólogo y cumplir con las siguientes pautas conservará en su hijo una sonrisa brillante, hermosa y sin caries:
Intente no transmitir bacterias a su hijo mediante el intercambio de saliva. Enjuague los chupetes y juguetes en agua limpia y utilice una cuchara limpia para cada persona al comer.
Limpie las encías después de cada comida con un paño limpio.
Utilice un cepillo de dientes adecuado y una pasta de dientes aprobada por la Asociación Estadounidense de Odontología (ADA, por su sigla en inglés) para cepillar los dientes que comienzan a erupcionar. Se recomiendan pastas de dientes sin flúor para los niños menores de dos años.
Utilice una cantidad de pasta de dientes con flúor aprobada por la ADA similar al tamaño de un frijol cuando el niño haya dominado el arte de “escupir” el exceso de pasta. Si bien el flúor es importante para los dientes, un consumo excesivo puede provocar una afección denominada “fluorosis”.
No coloque bebidas azucaradas en los biberones o en los vasitos entrenadores. Llénelos solamente con agua, leche materna o leche maternizada. Aliente al niño a utilizar un vaso común (en lugar de un vasito entrenador) cuando cumpla los doce meses.
No sumerja los chupetes en líquidos dulces (miel, etc.).
Revise los hábitos alimentarios del niño. Elimine los refrigerios azucarados y fomente una alimentación saludable y nutritiva.
No permita que el niño se lleve un biberón lleno de líquido a la cama. Si el niño insiste, llene el biberón con agua en lugar de una alternativa azucarada.
Lave los dientes de su hijo hasta que cumpla los siete años. Antes de esta edad, los niños a menudo no pueden alcanzar determinados lugares de la boca.
Pídale al odontólogo pediátrico que revise los niveles de flúor de su hijo.
Si tiene alguna pregunta o inquietud acerca de las caries del biberón, consulte a su odontólogo pediátrico.